martes, 3 de junio de 2008

La fiesta del Corpus Christi, en torno a la mesa de la solidaridad

Hace unos días celebramos la fiesta del Corpus Christi, solemnidad importantísima de la Iglesia. Me toco presidir la Eucaristía en Santo Domingo de Guatemala, estaba de paso para entrevistar a los vocacionales candidatos para el prenoviciado del próximo año, durante la preparación a la "misa" pensaba que como nunca en este año esta solmnidad se nos hacía urgente de celebrar. No cabe duda que esta fiesta hace referencia directa a una realidad: la solidaridad de Dios en Jesucristo para con el hambre espiritual y física de todos los seres humanos.

Si tomamos en cuenta que su cuerpo es verdara comida y su sangre verdadera bebida y que los cristianos estamos llamados a repartir el cuerpo y sangre como comida que alimenta y sacia nuestra hambre, habría que preguntarse ¿qué estamos haciendo por el otro tipo de hambre, la física?

En un planeta en donde una de las mayores causas de muerte infantil es la desnutrición, por no decir la hambruna, es una verguenza celebrar el Corpus Christi, si esta fiesta no nos empuja a ser solidarios efectivamente con quienes veran en procesión un pedazo de pan que les es negado.

Nuestra devoción debe ser una devoción que pasa de la contemplación a la acción. El gesto de Jesús no se queda en una cena pascual, ella es el motor que le empuja a multiplicar los panes y los peces. Nosotros creemos que Jesús, El Señor, está en la hostia y el vino consagrado, y es verdad. Pero los cristianos seremos creíbles en la medida en la que el Cuerpo y la Sangre, sean motor de nuestra solidaridad para quien o para quienes necesitan un pedazo de pan y un poco de vino para vivir.

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