viernes, 9 de octubre de 2009

COLOR DE ESPERANZA


Dejé de escribir porque la realidad y la no-esperanza me parecían demasiadas pesadas. Centroamérica, Guatemala en concreto, está sumida y a merced de los poderes malévolos de quienes no quieren que nuestros pueblos "tengan vida". Sin embargo, los últimos tres meses han sido diferentes, soy testigo ,y de alguna manera parte, de una esperanza que surje que emerge de la sociedad civil y sobretodo de los sectores jóvenes.


En el caso concreto de Guatemala hemos ganado una lucha: la búsqueda de unas Cortes de Justicia honestas y honradas (a medias es cierto, pero ha sido un gran paso). Los jóvenes en general estan (estamos) por la apuesta de una nueva generación que no se sienta vinculada a la violencia sino a la reconciliación: Un techo para mi país, Vivo Muchá, Jovenes por la paz, etc.


Por fin estamos entrando en la conciencia que sentirnos afines a una ideología no hace que descalifiquemos a los demás sino que nos impulsa a buscar puntos comunes para construir una sociedad "otra", diferente a la que hoy tenemos.


Tal vez es muy idealista, es cierto, pero hoy quiero volver a soñar. Otra Guatemala, otra Centroamérica, es posible

martes, 21 de julio de 2009

La fractura de la idea de Dios a partir de la violencia


Hace unos días una señora me decía: padre sabe cual es el problema, quiero creer en Dios y no puedo. Inmediatamente me relató que en su memoria aún guardaba los recuerdos de cuando su familia (esposo e hijos) habían sido masacrados en medio del conflicto armado en Guatemala.

A estas alturas a ella ya no le importaba quiénes habían sido sus verdugos, simplemente quería volver a creer en Dios, lo sentía como su más sentida necesidad, quizá volviendo a creer podría dejar a sus seres queridos “descansar en paz” y quizá ella podría empezar de nuevo con su vida.

Lejos de maquinar una reflexión en la cual se reduzca la experiencia de Dios a un mero utilitarismo me gustaría compartir algunas notas que me parecen importantes a la luz del testimonio de esta buena señora.

La historia de las religiones, la fenomenología de la religión, la teología y todo saber que indaga las experiencias de lo trascendente, nos muestran cómo la idea o caracterización de Dios depende, en gran medida, de las experiencias humanas que constituyen el referente de lo existente para el ser humano.

En la historia (incluido el cristianismo como parte de ella), Dios es presentado y experimentado como una propuesta de sentido para la vida del ser humano, especialmente del que sufre como víctima de realidades que denigran su dignidad.

Algunos acontecimientos históricos han evidenciado lo fácil que puede resultar para una sociedad “creyente”, cristiana en el caso que nos interesa, confabularse y anular sistemáticamente la dignidad humana. El que una sociedad cristiana, de modo prolongado, ejecute acciones que destruyen la vida humana hacen del cristianismo, en una primera percepción, pierda significatividad, por lo tanto, se le puede llegar a considerar un discurso “no útil” para la vida del ser humano.

El problema de la negación del sentido, sea cual fuese, a partir de la violencia que produce víctimas inocentes, es que los que producen esa violencia mantienen un discurso sobre Dios que no coincide con lo que hacen. Esa esquizofrenia es la que hace que muchos prefieran dejar de creer aunque eso les cueste renunciar a aquello que tenían por más sagrado: Dios.

Es entonces cuando comprendemos que la Teología, entendida como lectura intelectiva de la experiencia cristiana, para ofrecer un discurso significativo tenga que ofrecer claves de interpretación para que el creyente, desde sus experiencias de contraste entre lo humanizante y lo deshumanizante pueda reconstruir la historia humana como historia de salvación en la cual Dios hace una opción preferencial por el que sufre.

Esta conciencia, que apunta a recuperar la intuición original de la experiencia de Jesús de Nazaret, se hace parte de la experiencia de un sinnúmero de lugares en los que la violencia infligida a seres humanos ha producido deshumanización y destrozos en la constitución misma de quienes, sin desearlo o provocarlo, han resultado víctimas.

El caso de Guatemala es un claro ejemplo, la posguerra o guerra fría produjo una lucha de “poder” entre dos grandes potencias por dominar geopolíticamente el mundo, en cuenta nuestro país. Durante 36 años el enfrentamiento armado interno entre el ejército y las guerrillas produjo más de 200,000 víctimas, la mayoría inocentes.

El sentir religioso de nuestros pueblos en Guatemala, permitió resistir la guerra. El sufrimiento y la deshumanización de las víctimas se vieron amortiguados por un sentimiento profundo de justicia divina. Sin embargo, 13 años después del cese de nuestro enfrentamiento armado, las reflexiones, o mejor dicho, las evidencias, empiezan, silenciosamente, a cuestionar esa experiencia.

No puede ser de otra forma, como se dijo en el informe de REHMI al rescatar las experiencias de las víctimas: “La represión produjo amenaza vital, tristeza por lo sucedido en una gran mayoría de casos y muy frecuentemente sufrimiento externo con hambre, sentimiento de injusticia y problemas de salud. El duelo alterado por la muerte de los familiares, el cuestionamiento de su dignidad y la impotencia e incertidumbre respecto al futuro, forman un segundo grupo de efectos que indican un cambio global en el sentido de la vida”[1].

La guerra se convirtió en una experiencia traumática para quienes la vivieron. Tal y como me lo decía la señora con la que inicie este texto: quiero creer, pero no puedo, los que creen en Dios me dejaron viuda y sin hijos, es mejor no creer, aunque quiera.

A lo que ella me decía yo sólo le podía decir: usted tiene razón, yo tampoco puedo creer aunque quiera. El dios de esa gente no era dios, era su pretexto para hacer todo lo contrario a lo que el Dios de Jesús proclama.

La guerra paró hace 13 años, pero la violencia sigue y sigue en Guatemala, me preocupa, pues esta violencia (física y mental) que seguimos produciendo los cristianos (de la denominación que seamos), es el cultivo de una sociedad que dentro de algunos años podemos llegar a ser: una sociedad para la cual Dios no tiene ningún significado y para la cual es mejor no creer, porque cuando creyó lo único que fue capaz de producir fue una estadística de 18 muertes violentas diarias.


[1] ODHA, Guatemala Nunca Más (versión resumida), Donostia, Tercera Prensa-Hirugarren Pentsa, S.L., 1998, p. 29.

sábado, 30 de mayo de 2009

Despues de un mes.... encontrando palabras que retorcer…


Ha pasado más de un mes desde la el último “post” que hice. Aunque hubiese querido escribir durante este mes de mayo, debo confesar que la premura con la que lo he vivido a nivel personal o la “perplejidad” provocada por algunos acontecimientos de la vida nacional me han invitado a hacer silencio y tratar de meditar en lo profundo de mi corazón estos confusos y maravillosos tiempos en los que me(nos) toca vivir.


Para reiniciar este mes quisiera comentar dos acontecimientos que marcan el mayo del 2009 al mismo tiempo que una palabra de solidaridad.


El primer acontecimiento es mi reasignación, a partir del 1 de mayo estoy viviendo en el convento de Santo Domingo de Guzmán, en la ciudad de Guatemala. Quedó atrás la Verapaz, lugar del que quedo agradecido con la comunidad que me acogió benignamente durante año y medio. Por supuesto que también agradecido con los laicos colaboradores y amigos de Cobán que hicieron que durante este tiempo la búsqueda de la Verdad fuese una experiencia eclesial y por supuesto dominicana.


Ahora en Santo Domingo, en Guate., como solemos decir, se me abren varios frentes de trabajo en los cuales ya estoy inmerso: Acompañamiento a la rectoría del Perpetuo Socorro, facilitador de formación en liderazgo juvenil y pastoral a los lideres de pastoral juvenil y universitaria en nuestra Parroquia de San Martín de Porres, Clases en la Escuela de formación de agentes de Pastoral de nuestra Iglesia en la Inmaculada de Tívoli, ayudas concretas en la Basílica del Rosario, Pastoral Vocacional, apoyo al MJD de Tívoli, y algunos asuntos más personales, como la próxima incorporación a una Maestría en Ciencias Sociales o en Filosofía, y esperamos, el próximo semestre, tener espacio en la docencia de alguna universidad citdina. Como ven el cambio y el acoplamiento al cambio va requiriendo tiempo para ponerse al día.


Por otro lado, los acontecimientos nacionales me han dejado perplejo por la magnitud de la crisis política en la que estamos metidos, pero también me ha hecho reflexionar mucho dada la incorporación de la acción ciudadana que se esta logrando. Nuestra Guatemala tenía muchos años de desconfianza en los movimientos populares, puesto que casi siempre han sido manipulados y politizados, sin embargo esta vez el clamor ciudadano por la justicia y el derecho a una vida en paz, está logrando que más y más guatemaltecos, y sobre todo lo jóvenes, salgan y se sientan constructores de esta nación. Gracias a Dios.

Por último, una palabra de solidaridad para con mis hermanos hondureños, que Dios les guarde y les sostenga en estos días en los que les ha tocado vivir una emergencia tan inesperada como lo ha sido el terremoto, va para ellos un abrazo.

Mientras tanto seguimos por aquí y por allá, buscando motivos para seguir retorciendo palabras. Hasta la próxima.

sábado, 25 de abril de 2009

Cuando el protocolo es insuficiente...

Anoche tuve la oportunidad de compartir con Albertina Pop y su familia un momento muy especial: le fue conferido el título de Licenciada en Ciencias Jurídicas y Sociales (Abogada y Notaria) por la Facultad de Derecho de la Universidad Rafael Landívar.

Albertina, es una mujer Q´qchi y fue secretaria ejecutiva del Centro Ak´kutan de los dominicos en Alta Verapaz, durante 13 años. Era lógico que estuviesemos con ella celebrando en este momento tan importante para una colaboradora y amiga como lo es Albertina.

Puestos a lo esencial anoche sucedió algo que, aunque por pocos momentos, irrumpio en el protocolo y denotó aquello de lo que carece el mismo: gestos de humanidad. Efectivamente, una graduación universitaria es, o por lo menos a mi me parece, un acto poco emotivo y muy burocrático, casi automatizado. Me parece que muchas veces "lo protocolar" le quita la vida al momento. Sin embargo anoche, cuando llamaron a Albertina para que le impusieran la beca universitaria y firmase el libro correspondiente, de entre el silencio espectral de los asistentes, se dejaron oír un par de voces que decía "mamita, mamita, bravoooo", eran los dos pequeños hijos de Albertino (ninguno supera los 7 años).

Ese gesto valio tanto o más que el acto protocolar, ese grito enternecio a todos en el salon, y seguramente trajo a los corazones de las demás familias, los momentos de esfuerzos y sacrificios que cada uno, en este caso Albertina, llevaron para obtener un título que les ayude a desenvolverese en un sociedad que exige cada día más gente cualificada para ejercer profesiones como la abogacía y el notariado.

Ese grito de "mamita..." no estaba contemplado en el protocolo, pero gracias a ese gesto humanizamos ese acto burocrático y lo convertimos en lo que es: una celebración del esfuerzo y del empeño por superarse en medio de las dificultades que cada uno llevamos a cuestas.

Felicidades Albertina...

martes, 21 de abril de 2009

Honrar la Vida... A propósito de la Pascua

La Pascua de Resurrección es el modo por el cual Dios honra la Vida. No hay mucho que decir, simplemente que intentemos ser honradores de vida.

viernes, 3 de abril de 2009

De la víctima masacrada a la dignidad recuperada. Para entender la Pascua


La fe cristiana está sentada sobre un acontecimiento fundamental que marca la interpretación de la vida y del cosmos que como creyentes hacemos. Ese acontecimiento es la persona de Jesucristo en la historia. Más aún sólo comprendemos que Jesucristo es acontecimiento salvífico a la luz de la Pascua, a la luz de su paso por la muerte y de su reincorporación a la vida por medio de la Resurrección.


Esto significa que Jesucristo, en cuanto resucitado, es el eje que marca nuestra historia personal y comunitaria. Pero ¿cuándo y por qué surge esa conciencia? ¿era tenido por tal por los seguidores de la primera hora?

Parece ser que para los primeros seguidores no fue fácil descubrir la plena magnitud de lo que Jesús de Nazareth, la víctima masacrada por el poder político y religioso de su tiempo, quería revelar. En un primer momento tienen miedo y abandonan a aquel que va a ser martirizado, torturado, ensangrentado, roto en su dignidad (Mt 26-27; Mc 14-15; Lc 22-23).

Para una lógica en la que Dios se presenta como vencedor, defensor del justo, todopoderoso y justiciero (que no justo), la forma en la que Jesús es vilipendiado parece estar fuera de lugar.

No es posible que a Dios le agrade la inmolación de víctimas “si ofrezco un holocausto no lo aceptas. El sacrificio a Dios es un espíritu contrito, un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.”(Salmo 50). Entonces cómo comprender que Jesús de Nazareth, el que va a ser resucitado por el amor del Padre, tenga que ser una víctima masacrada para alcanzar la resurrección.


Podríamos responder desde una teología del sacrificio. En esta teología la masacre, el holocausto, es querido por Dios para liberar al mundo del pecado. Sin embargo, creo que no es lo fundamental de la entrega. Si nos quedamos en una teología del sacrificio corremos el riesgo de admirar demasiado el dolor y el sufrimiento olvidándonos que esa realidad absurda solo está en función de una realidad más absoluta y más auténtica: La Resurrección.

El esfuerzo de los seguidores de la primera hora, y también el nuestro, está en descubrir que detrás del sacrificio está una teología de la solidaridad y de la esperanza. En efecto, Jesús acepta el dolor y la masacre que en él realizan los poderosos de su tiempo, solo en función de hacernos descubrir que, a quienes han sido oprimidos por los que se sienten satisfechos, les será devuelta su dignidad, todo el discurso de las Bienaventuranzas cobra sentido a la luz de la Resurrección (Mt 5; Lc 6). El himno del Magnificat (Lc 1, 46) se puede proclamar cuando hemos visto en Jesucristo, el resucitado, la victoria de la dignidad sobre la iniquidad.


El oprobio del pecado que destruye la dignidad del ser humano no puede ser mayor que aquello que Dios ha infundado en cada ser humano: su dignidad. La dignidad está más allá de los juicios que los seres humanos hacemos sobre las personas, la dignidad es un don obsequiado a todos y todas por el simple hecho de existir.

Todo esto viene bien para que en esta nuestra Guatemala, podamos vivir una verdadera Pascua, en donde demos el paso de una vivencia religiosa que acentúa en demasía el sacrificio a una experiencia cristiana que da relevancia a Jesús Resucitado, en quien podemos encontrar un camino de dignificación de un pueblo que ha sido y sigue siendo una víctima masacrada.

viernes, 27 de marzo de 2009

¿Por qué mueren los inocentes?

Esta Guatemala se sigue desangrando de un modo irracional. Ayer murió Anthony Josué, un bebé de dos meses. Tuvo la mala suerte de recibir una bala perdida en otro de los muchos ataques que se dan cada día en los cuales los pilotos de autobuses están siendo víctimas de extorsionadores.

Los guatemaltecos nos sentimos afectados, esto ha sido el colmo, y parece que nada cambia. La impotencia se apodera de los que todavia intentamos creer, pero estos golpes son demasiado duros.

Está claro, creo yo, que lo unico que realmente puede cuestionar la existencia de Dios es el sufrimiento del inocente, ayer yo mismo me sentía cuestionado, pero cuando hoy escuche a los padres de este bebé asesinado, me he quedado perplejo, ponían todo en las manos de Dios, y dejaban entrever que la solidaridad de la gente, de la gente pobre que se solidariza con el pobre, les daba aliento para creer que el absurdo de esta muerte no es la ultima palabra de Dios.

Si no fuera por la fe de esta gente sencilla que sufre inocentemente y a pesar de ello cree que Dios está con ellos y no contra ellos, seguramente muchos estaríamos al borde de la duda infinita. Pero ellos nos devuelven a la conciencia ética que ese mismo Dios posibilita en el ser humano para que nosotros, los humanos, nos entreguemos en totalidad a transformar esta realidad.

Sigo sin saber por qué mueren los inocentes, solo se que no es la voluntad de Dios.

jueves, 5 de marzo de 2009

La duda... principio de redención


Se ha dicho que el cristianismo, vivido como régimen cristiandad, produjo una forma absolutista de ver la vida. La duda no era admitida dentro de la experiencia de fe. En todo caso, si alguien dudaba, la solución era simple, hacer profesión de fe absoluta, esperando que "dios" supliera la duda y confirmara y dejara atrás la duda.

Esta forma "recetaria" de vivir la fe cristiana tuvo repercusiones nefastas, entre otras podemos citar la inquisición como tribunal administrador de los juicios de valor unicos y verdaderos. También las predicaciones condenatorias de grupos y colectivos de personas que no siempre pensaban del modo "oficial". De fondo podemos decir que la ausencia de la duda formó personas e instituciones intolerantes.

Viene esto a colación después de ver la película "DUDA", en donde Meryl Streep y Phillip Seymour Hoffman, nos ofrecen una magistral actuación en donde la relación entre un par de monjas, un alumno de una escuela católica y un sacerdote, están marcadas por la confianza en un juicio de valor absoluto sobre las personas.

El problema de creer que nuestra intuición es un juicio final pone en riesgo la ternura y la misericordia a tal punto que degrada lo humano. Algunos dirán que es una crítica al catolicismo, yo diría que no, es más bien una crítica al mundo de occidente que forjó su identidad moral en una instutición religiosa (cristiandad y no cristianismo), incapaz de darse la oportunidad de ser vulnerable. Es, creo yo, una crítica constructiva, que nos pone a pensar en la necesidad de formarnos desde una adecuada Antropología Teológica para alcanzar una mejor comprensión del binomio Gracia-Pecado.

Al final, la duda sobre el juicio absoluto que ha destruido a varias personas en la película, es lo que hace que quien ha emitido dicho juicio comience su camino de redención. Darse cuenta de que, tal vez, nuestro juicio es tan solo una forma, muy vedada y parcial, de una realidad y que el otro tal vez no es como hemos pensado, es para cualquier ser humano, el principio de su propia redención, porque a su vez es el principio para ser misericordioso. Total, una película que vale la pena, sobretodo en estos días de cuaresma.

lunes, 23 de febrero de 2009

Caminando en una sociedad invisible...


Cada día que pasa en Guatemala siento que vivo en una sociedad invisible. Digo esto por que el miedo que nos agobia como ciudadanos está logrando que nadie mire más allá de sus propias narices. Nos estamos olvidando del otro. En este país que se nos "narcotiza", lo mejor es velar por tu propia seguridad y olvidarnos de que una nación es posible. Parece y lo digo con mucho dolor, que se nos han ido al trastero los sueños de ser un país. Quizá soñamos demasiado, quizá esperamos demasiado.


Trantado de comprender esta situación en la que estamos viviendo los guatemalteco, y creo que en el resto de Centroamérica también, me encontré con un texto del teólogo J.B. Metz, en su libro Memoria Passionis. Una evocación provocadora en una sociedad pluralista: "La catástrofe no consiste en la catástrofe, sino en que ya no somos capaces de percibirla en cuanto tal; más bien nos estamos convirtiendo progresivamente en voyeurs de nuestra propia decadencia".


Estremecedora y excesivamente realista la sentencia de Metz. Somos "espectadores", espero que aún no lleguemos al cinismo de disfrutar pensando que la violencia, o el "mal", mientras no nos toque, no importa presenciarla pasivamente. Estamos viviendo en una verdadera catástrofe, no se trata de determinar si el estado, o las fuerzas de seguridad colpsaron, eso es lo de menos. la catástrofe es peor aún: como proyecto humano, estamos fracasando. No somos capaces de generar una acción común-social que nos saque del letargo, que nos saque de nuestro papel de voyeurs sociales.


Sigo pensando que la Acción Ciudadana es el camino, aún no encontramos mecanismos que aglutinen esos esfuerzos para consolidar y crear ese espacio. La política tradicional está demasiado devaluada, las organizaciones sociales de antaño se corrompieron, los movimientos tipo ONG´s tampoco están libres de corrupción, los empresarios no siempre van sinceridad, las iglesias y experiencias religiosas tampoco tienen competencia para acuerpar un movimiento social.


Entonces ¿cómo hacer para visibilizar la voz del ciudadano de a pie? ¿cómo hacer para que pasemos de voyeurs a actores comprometidos? Me gustarái tener la respuesta pero no la tengo, simplemente sé que es tiempo de comprometernos, tiempo de creer en nosotros mismos, de construir una confianza cimentada en la honradez. Mi compromiso político, es decir ciudadano, es con eso, si nos vamos encontrando podremos ir reconstruyendo la memoria de una nación que no ha sido, de una sociedad invisible que necesita ser vista. ¿Nos comprometemos?


domingo, 8 de febrero de 2009

Anoche, mientras dormía...


No hace falta pasar mucho tiempo de vuelta en Guatemala para darse cuenta que la Esperanza sigue siendo lastimada, que la Vida se degrada y devalúa cada día. La violencia campea por las calles y la muerte no es nuestra hermana, como diría san Francisco, sino que es nuestro verdugo.

Anoche, viendo el resumen de noticias de la semana, pude ver la entrevista que, en un canal local, se le hizo a Carlos Castressana (jefe de la CICIG). Sobre ella me he quedado pensando toda la noche, a ratos despierto y a ratos dormido. La valentía de Castressana (desde mi perspectiva de ciudadano guatemalteco y creyente) es casi bíblica. Diría yo que, en tiempos en los que los que los creyentes de cualquier denominación se retraen a sus prácticas "espirituales", hombres como Castressana nos recuerdan la espiritualidad profética que se compromete con el cambio, con la metanoia (en lenguaje cristiano) de una sociedad en función de una vida equitativa y plena para todos.

Este español ha tenido el valor de decir, con cara abierta a la sociedad guatemalteca, que la impunidad y la corrupución, como generadoras de un estado fallido y de la violencia estructural que vive el país está enquistada en los grupos de poder: MP,OJ, legislativo, empresarios, etc., haciendo señalamientos concretos a personas e instituciones. Pero para que tenga éxito esta "quijotada" solo queda una cosa por hacer, a decir de Castressana: LA ACCIÓN CUIDADANA como vehículo y vínculo trasnformador de esta sociedad.

Es en este sentido que me uno a CICIG, los cuidadanos (no importa nuestra predilección ideológica o religiosa) tenemos que provocar al estado para que se reconvierta y se fortalezca. Es nuestra hora, es hora de decir BASTA, o como decía Mons. Gerardi refieriéndose a la bestialidad del conflicto armado ¡GUATEMALA, NUNCA MÁS!

Cada uno desde las plataformas que tenemos, desde los espacios que se nos conceden, desde las calles mismas (en manifestaciones abiertas, no violentas) debemos exigir este cambio. Ya lo hemos hecho en el pasado, En los 90´s, Jorge Serrano no se perpetúo en el poder gracias a las manifestaciones de lo que entonces se llamo Asamblea de la Sociedad Civil, Instancia Nacional de Consenso. Ahora nos toca desterrar la corrupción y la impunidad para erradicar la violencia de nuestras calles. El miedo no nos puede vencer. El miedo no puede ser mayor que nuestra capacidad creativa de construir un país diferente.

Hoy más que nunca se me hace vital el papel de la CICIG, hay que apoyarla y el mejor modo es tomando nuestra responsabilidad como actores de esta nuestra Guatemala. Por esa exhortación y por ese imperativo que Castressana y CICIG, hacen a los guatemaltecos, es que anoche, mientras dormía, pensaba en darle las gracias a este señor y a esta institución, y pensaba también en hacerme solidario con ellos, ese mismo llamado lo hago a quien lea este blog, y se sienta interpelado por nuestra realidad. Adelante, es nuestro turno.

lunes, 2 de febrero de 2009

Para decidir si sigo poniendo esta sangre en tierra...


Así empieza la canción "Razón de vivir" de Victor Heredia. Y así retomo yo esta bitacora. ha sido poco más de un mes sin acercarme, sin escribir. Y es que enero, para mí, siempre resulta violento. Siempre se me ha vuelto un tiempo de rupturas, quizá por esa nostalgia o angustia existencial que me acompaña, quizá por la necesidad de querer ver el horizonte con demasiada claridad. Sin embargo, a este enero se le suman 3 semanas de reuniones (Asamblea, Capítulo y Definitorio Provincial en San Salvador) y el resto del mes correrías para empezar bien el año.


Así es que hasta hoy puedo retomar este microciberespacio. Mientras escribo, no puedo dejar de pensar en lo Vulnerable de nuestras vidas (como dice el novelista chileno Pablo Simonetti), lo vulnerable que me he sientido este ulitmo año: muerte de Miguelito Méndez, Miguelito Iribertegui, Antonio Gomez y Jorge; todos dominicos, algunos más jóvenes que otros. Y a pesar de sus muertes, estamos aquí, tratando de enfrentar esta sociedad en la que cada día encontramos más argumentos, y todos razonables, para no creer.


Cada día, contra lo que muchos pueden afirmar, Dios se esconde más, y cuando más se le comprende menos es Dios (San Agustín decía: Cuando lo comprendes, entonces no es Dios). No cabe duda que, en este año de San Pablo, se nos hace una necesidad el tratar de comprender más y mejor "la kenosis", el anonadamiento, el abajamiento, la negación de Dios de su propia divinidiad. Quizá, en la medida en la que profundizamos en esta experiencia que San Pablo expone en sus escritos, podamos descubrir lo divino en las afueras de Dios.